Treno a la Voluntad del Dios en Esqueleto

by Templo Hueco

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  • Limited Edition Compact Disc
    Compact Disc (CD) + Digital Album

    Comes in a two panel digipak. Includes:

    - Red-splattered CD-R.
    - Authenticity hologram.
    - Hand-numbered info card.
    - A blood-splattered sharp blade.
    - Seven blood-splattered communion wafers.

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1.
Por obra y gracia de mi Dios en Esqueleto, he consumado el retorno a la ciudad en ruinas: taumatúrgicas ideas decapitadas, por las fibras de cada articulación. Gratitud eterna, mi Dios en Esqueleto, por cada intento y las once mil muertes entre arañas. Merecido caminar extinto y de rodillas mi jaculatoria: “Vos, que tenéis corona y ostentáis alas; sibilino fuego encapsulado: descended vuestra simiente en cornucopia, heme aquí”. Abriose entonces la ciudad en ruinas: vítreos, irrisorios élitros bulleron en mi espalda, y cuando quise agitarlos en azul, me absorbió la tierra, me quemó el veneno, me pudrió la sombra. Astracanada mi muerte entre arañas: bienvenida carne inerte, templo hueco, carencia perpetua. Removidas sobras de mi condición. ¡Loa eterna, mi Dios en Esqueleto!
2.
Ajado tu vientre y víctima de ecos perennes. En pálida acidez, un desdibujo. Aferrarte a tu muerte. Defender tu muerte. Comulgar tu muerte. Busca a la Puta Esquiva y no te exaltes cuando, en su infinita arrogancia, reclame tu alma. Llegado el momento, envíala conmigo, que tus deudas saldarán acá. Por Satanás, no te angusties: ha dado el visto bueno mi Dios en Esqueleto. Y abraza al atacante. Déjalo que muerda: índigo, raudo, avaricioso. Que la basura y la tierra arguyen por tus huesos, y será el agua hilo conductor sobre el que se levantará el recinto. La semilla no cayó en vano: yo soy testigo, mas no meritorio. Apotegma no escrito y voluntad de la dupla: la Puta Esquiva al servicio de mi Dios en Esqueleto.
3.
Maitri 08:05
Tener una muerte cristiana. Resucitar al tercer día: más fuerte, más hereje, más apóstata. Burlar el sepulcro y robar la muerte a los muertos. Abandonar la tumba. El cuerpo desnudo y lacerado por la tierra. Plastas de lodo en las heridas. Los senos fríos, los pezones erectos, las llagas sangrantes. Heladas. El hedor a cadáver. Gritar la muerte. Gritar en negro y gritar en sepia. Ser hembra maldita. Ser letanía de blasfemias, rosario de injurias: Catedral de la fornicación (ruega por nosotros). Amparo de los impíos (ruega por nosotros). Consorte de los heréticos (ruega por nosotros). Altar del iconoclasta (ruega por nosotros). Amar el pecado. Extrañarlo: los muertos no pecan. Hundir tu carroña en el calor del primer anónimo que se deje seducir. Lamerlo. Montarlo. Poseerlo. Arrebatar su alma. Gritar el orgasmo. Gritar en negro y gritar en rojo. Ser del diablo. Ser el diablo. El diablo con clítoris. Castrar a los herejes. Dominar desde abajo. Ganar una batalla. Ganar muchas batallas. Humillar al enemigo. Henchirte de soberbia. Arrogancia. Gritar el infierno. Gritar en negro y gritar en violeta. Arañar el cielo. Rasgarlo. Destrozarlo. Arrancar las estrellas y masturbarte: sangrar. Separar las piernas: parir. Parir entre sonidos cavernosos, crepitantes, agudos. Parir entre orquestaciones luctuosas. Tétricas. Parir entre recitaciones de magia negra y oraciones a la inversa. Gritar el parto y gritar el ritual. Ser devorada. Darte a la criatura que pudrió tu vientre. Volver a morir: una muerte no cristiana. Una muerte con nombre propio, historia propia, sonido propio. Un tormento privado: penitencia eterna. Volver a la penumbra. Gritar el retorno en rojo y en violeta, y después volver al negro, volver al sepia. Descomponerte en trozos y descomponerte en pellejos. Erosionar la tierra. Hacerlo todo por tus propios méritos, y al final, aparecer tu nombre en trazos apenas legibles sobre una lápida raída: Maitri.
4.
La Sibila 04:20
Batiente evangelio en su lengua, flamígera boa. Sibila reptante a los pies de mi cama, condena: “Arderás en desespero y morderás el crucifijo. Y serán las espesas tarascadas nutrientes del cáncer en tu paladar. Hervirán los dientes. Crujirán las llamas. Y en bramido sofocante invocarás a la Puta Esquiva y negarás a tu Dios en Esqueleto. Serás apóstol errado, llaga babeante de un Job en infausta postrimería. Sabrás entonces de las muertes entre arañas y habrá noción de carne inerte, templo hueco, carencia perpetua. Mas de tus labios no habrá loas: será el estertor de tu hollejo escarlata apología no solicitada, hosanna de muerte con destinatario incierto. Tal es mi vaticinio”. Y me arrulló la Sibila. Y cobijó con escarnio mi zozobra y, en un acto de piedad, devoró mis ojos para evitar la visión del suplicio. Y me arrojó, ciego y a oscuras en la vesania. Y desgajó mi torso desnudo y encendió en mi agotada oquedad la lumbre de su antífona. Y descendió a mi falo. Y sorbió con desaire la espuma baldía. Sibila reptante a los pies de mi cama se disipó en la opacidad.
5.
Abriose entonces tu ciudad en ruinas: vítreos, irrisorios élitros bulleron en mi espalda, y cuando quise agitarlos en azul, me absorbió la tierra, me quemó el veneno, me pudrió la sombra. Vesicante mi muerte entre arañas: nefanda esta carne inerte, templo hueco, carencia perpetua. Removidas sobras de mi condición. ¡Sea maldita la Sibila! ¡Sea maldito tu esqueleto!
6.
Soy un montón de carbón ennegrecido, de lujuria y de muerte consumidas; respiro una llama con alcohol, el fuego está en mi aliento. En mi caja desecada una pira latente: combustión espontánea me calcina frente al túmulo. Y ardo. Arde, esqueleto, Maitri. Arde, puta esquiva y arde Satanás. Arde rígida su verga y el ansia en mi ajado vientre: el diablo me quiere coger. Arde, Job, apóstol. Arde, crucifijo. El diablo me quiere coger. Arde, templo hueco, carencia perpetua. Arde, ciudad en ruinas, que el diablo me quiere coger. Ardo. Arde, carne macerada, despojo escarlata. Arde, índigo asesino. El diablo me quiere coger. Arde, retórico, Maitri. Arde, lápida raída y muerte once mil uno. El diablo me quiere coger. (En los primeros años del siglo XIX la creencia en la combustión humana espontánea era algo aceptado en toda Europa. En ocasiones sólo habían quedado algunos huesos quemados y un montón de cenizas. Algunas veces se percibía un olor repulsivo mientras ocurría la combustión, por lo general, durante la noche. Extrañamente, los pies del cadáver, con las medias y los zapatos sin quemar, se encontraron intactos en algunas ocasiones. Sólo las piernas, una parte de la cabeza, algunas vértebras dorsales y otros huesos grandes pudieron ser identificados; el resto del cuerpo era una masa ennegrecida y grasienta. Cuando el fuego fue apagado con agua, el cadáver presentó un aspecto muy extraño y macabro: el tronco parecía un montón de carbón cubierto con cenizas blancas, y la cabeza, los brazos y las piernas también estaban muy quemados. La manera en que el fuego quemó su cuerpo se describe como debida a alguna causa interior. La carne del infeliz se quemó con una llama azul. Todos los esfuerzos por apagar el fuego fracasaron y, finalmente, el cuerpo completo, excepto la cabeza, las piernas y partes de los brazos, fue consumido. El cuerpo estaba negro, desfigurado y ardiendo. Creyeron que el diablo lo había incendiado, llevándoselo a las sombras del infierno por su perversidad. No se trataba de una combustión ordinaria, sino de un caso de descomposición ígnea progresiva. En sus primeros tiempos, el movimiento en pro de la temperancia consideró la combustión humana como una oportunidad que Dios daba para hablar seriamente con los innumerables pecadores. De 1600 a 1900 se registraron 97 casos de combustión humana espontánea o de combustibilidad aumentada en la literatura médica de Europa occidental y de los Estados Unidos). En mi caja desecada una pira latente: combustión espontánea me calcina frente al túmulo. Y ardo. Arde, esqueleto, Maitri. Arde, puta esquiva y arde Satanás. Arde rígida su verga y el ansia en mi ajado vientre: el diablo me quiere coger. Arde, Job, apóstol. Arde, crucifijo. El diablo me quiere coger. Arde, templo hueco, carencia perpetua. Arde, ciudad en ruinas, que el diablo me quiere coger. Ardo. Arde, carne macerada, despojo escarlata. Arde, índigo asesino. El diablo me quiere coger. Arde, retórico, Maitri. Arde, lápida raída y muerte once mil uno. El diablo me quiere coger. ¡Fuego! ¡Fuego! ¡La sangre en llamas!
7.
Visitará tus sueños la Cabeza Humana. Y en su sonrisa leerás mi nombre, podrido entre el ocre de sus dientes. Ojos muertos, agusanados, escudriñan tu rictus de pánico y la urgencia por despertar. Robusto letargo, frialdad espectral sofoca tu pecho y te sabes involuntaria fruición del engendro. Hálito infecto salpica tus pómulos y ríes en ataque de nervios, cuando ella empieza a hablar. Y por su boca murmura el diablo. Aúllan once mil bestias y los horrores de espectros en agonía. Hordas de pesadillas vociferan tu nombre. Chilla la Cabeza Humana y en su vómito escapa el diablo: oleaje de arañas te cubre, quebranta tu carne. Y el bramido se deforma y te deforma: impía transfiguración, mutismo, tiniebla. Abres los ojos. Sudas. Sabes de caminares extintos y ausentes jaculatorias: “Vos, que tenéis corona y ostentáis alas; sibilino fuego encapsulado: descended vuestra simiente en cornucopia, heme aquí”. Loa eterna, Puta Esquiva, Dios en Esqueleto. Y tu devota oración es placer infernal de la Cabeza Humana.

about

"Bienvenida, carne inerte, templo hueco, carencia perpetua. ¡Loa eterna, mi Dios en Esqueleto!"

credits

released August 9, 2015

TRENO A LA VOLUNTAD DEL DIOS EN ESQUELETO

Concepto, textos, melodías y voces: N.P. Granx.
Construcción sonora y estrategias: J. Glz.
Fotografía, arte y diseño: N.P. Granx.
Logo Templo Hueco: J. Glz.
Modelo: S. Esqueda.

"La Sangre en Llamas" contiene en su introducción un verso original de Gustav Fröding, y en su parte intermedia fragmentos de "In Hora Mortis" y "Bajo el Hierro de la Luna", originales de Thomas Bernhard (DVD ediciones, 2000); así como un extracto del libro "Gabinete de curiosidades médicas", de Jan Bondeson (Siglo XXI editores, 1998).

Realizado y grabado por TEMPLO HUECO en Soledad de G. Sánchez, S.L.P., México, entre Mayo 2014 y Febrero 2015.

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Templo Hueco San Luis Potosi, Mexico

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